Tercer relato



Esta mañana el frío me hacia doler los huesos.
La bruma se metía tan hondo, que las ramas del árbol frente a mi ventana y mis cabellos enredados tiritaban al unísono.
Habrá que esperar a que den las doce para que el sol platine los vidrios y derrita los carámbanos.

Me levanté muy temprano, no quería quedarme en la cama. Mi esposo estaba lejos, en la otra punta. Cuando lo veo así, en el otro borde, me da un dolor tan grande en el pecho como si una tenaza me apretara el alma.
Hoy no tenía que despertarlo. Su patrón murió, en una mañana igual a esta, y su familia aún no decide que hacer con la fábrica.
Hombre estúpido!- No sabe como complacer a una mujer. Nunca lo supo. Ahora ya parece tarde para todo, pero sin embargo tengo que luchar para que continuemos con vida.

Me levanté y encendí el fuego. Por suerte, hay muchas ramas secas que habíamos guardado desde el verano.
¡Si que había sido hermoso esta vez! Marianella había venido con su enorme vientre, y había partido con tantas promesas de alegría para todos nosotros!! Yo estaba ansiosa por conocer a los bebés. Pero el no quiso acompañarme, ni me permitió partir. Tendré que esperar hasta la primavera para que ella los traiga.
Mi comadre me decía que yo tenía que haberme ido igual, que como iba a privarme de conocer a mis nietos, que este hombre era tan malo. Pero que iba yo a hacer. Si, es malo, pero es mi hombre. Y ahora esta cansado, viejo y sin trabajo.¿ Voy a dejarlo sin comer? ¿Dejar que se le agujereen las medias? Ya me tendría que haber escapado hace rato, cuando tuve la oportunidad.
¿Te acuerdas María? !ese mocetón, si que valía la pena! Si hubiera insistido un poco más, no podría haberme resistido, Dios nos guarde!. Pero mi angelito de la guarda me cuidó del pecado. El se fue con sus pieles, sus escopetas, su hermosa sonrisa …
Y yo me quede, con la ropa por lavar, las manzanas por cosechar, y una tristeza sin fin, que se hace más grande con el correr de los años.
El correo ha estado demorado por la nieve que tapona la carretera, hace más de un mes que no se de mis nietos.
Bien, Dios quiere que me siga esforzando. Lo haré como siempre lo hice, tú me conoces.
Discúlpame Maria por esta carta tan larga, se que no tienes tanto tiempo para leer. Pero tú sabes que eres mi única amiga. Mi comadre ha estado esquivándome, ella dice que yo siempre lo defiendo, y que no me doy cuenta de nada, pero ese es otro largo tema, y hoy estoy demasiado triste.
Las mujeres de la comarca son tan cerradas en si mismas, no gustan de dialogar. Están atadas a sus maridos y a las tareas de la casa como yo lo estoy. Me confortaría recibirlas de visita, pero no aceptan mis invitaciones.
Además, ya muchas familias están planeando partir. Si los nuevos dueños deciden cerrar, el pueblo entero se marchará. Los jóvenes ya se han ido, tú sabes. ¿Recuerdas cuando mi hija se fue? mi corazón se partió.

De todas formas, hay algo más. Escuché un rumor. Dicen que no es por mí, que es por él. Le tienen miedo. Es tan huraño. Pero el pobre hombre nunca ha sido violento, jamás me ha pegado. Ha roto algunos muebles, es cierto, y luego los ha reparado. Pero solo ha sido un par de veces. Mayormente esta callado, refunfuñado solo por los rincones, lo más lejos de mí que le resulte posible. El fue el que encontró a Don Hidalgo, eso lo ha tenido atormentado, y más insensible, como si se hubiera ido, como si ya se hubiera ido.
El lo quería mucho, tal vez se sentía como un hijo, tu sabes, lo servía como un esclavo a su amo, día y noche, le llevaba mis tortas antes de que las probáramos, mis mantas antes que lograra venderlas en el mercado, mis manzanas.
Se quedaba los domingos trabajando hasta tarde. Don Hidalgo decía que no quería pagar otro sereno, porque sólo confiaba en el, su preferido. Nunca le pagó por esas horas extras. Pero mi marido jamás se quejaba. Todos los rezongos han sido siempre para mí ¡Dios nos guarde!


Voy a llevar la carta al correo pero no se cuando saldrá.

Gracias María por estar ahí.

Saludos para toda la familia
Zulema

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Querida María:
Como estas?

Estoy más animada, la primavera al fin asoma con sus brotes. Me hace tan feliz saber que falta poco para que mis nietos vengan a verme. Estoy tejiendo mantas para ellos. Conseguí una lana muy suave, de color verde agua, para Martincito, y un rosa muy lindo para Clarita. No veo la hora de tenerlos envueltos y en mis brazos!!
El agua de los arroyitos ya se está derritiendo, y se escucha como cantan, chocando contra las piedras, quiero que estén aquí para escucharlos!!
El ciprés que estaba tan viejo, detrás de la casa, tuvieron que tirarlo, porque sus ramas estaban por perforar mi techo. Que pena, lo despedí en secreto cuando nadie me veía. Me dijeron que podía plantar un pino, pero no se, tal vez aproveche el espacio para armar un patio. Hay unos baldosones en el almacén…!Ay!!, ¡ para que sueño¡ vendiendo las manzanas y las mantas apenas sacamos para comer. Pero es lo que menos me importa, tú sabes, jamás he sufrido por el dinero. Estamos calentitos, y eso es lo importante.

Lo que no encuentro por ninguna parte es el veneno. Estuve todo el día buscándolo, porque apareció una familia entera en el granero. Fui a correr un fardo y ahí estaban, mirándome con sus ojitos brillantes. Se quedaron inmóviles, con sus hocicos hacia mí ¡ tan lindos!. Pero hay que matarlos, es la ley de la vida, no pueden estar en mi granero. Si se enteran los vecinos, podría dejar de comprar mis manzanas. Lo raro es que no encuentro el veneno.

Bueno María Ya esta subiendo la temperatura! te espero en noviembre, como todos los veranos, con los brazos abiertos!! Zulema.

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